La selfie del recuerdo / Selfie to remember
Antiguamente, del siglo XX para atrás, atesorábamos un peculiar objeto que daba constancia de nuestros recuerdos: la foto, ya sea que se tratara de un cumpleaños o un viaje, del retrato de la abuela o la novia, de nuestra querida mascota, de la cena de navidad, del día de graduación. Esas fotos tenían un sentido claro de fijar los recuerdos en un papel impreso, y así se creaban álbumes infinitos de fotos con significado profundo en nuestra memoria y sentimientos.
Hoy en día, con la inmediatez y facilidad que nos permite cualquier teléfono celular, las instantáneas se multiplican por cientos o miles. Sólo hace falta dar un pequeño click y ¡listo! tenemos el bonito momento retratado: yo con la arquitectura de fondo, yo con el artista del momento, yo y mi viaje a exóticas tierras, yo y mi peinado, yo y mi platillo de restaurante sofisticado...
Resulta curioso observar cómo se replica el comportamiento social con los celulares, así como la habilidad de los usuarios para tomar las fotos más increíbles en ángulos impensables, aunque, eso sí, en el instante preciso. El homo sapiens sapiens del siglo XXI ha adquirido una nueva habilidad: hacer de la selfie el momento vivido. No hace falta tratar de recordar el viaje o la anécdota o la fiesta y el baile, ¿para qué?: tenemos la selfie, y eso basta y sobra.
Adiós a esas tardes entre hermanos y amigos hojeando álbumes familiares, rememorando la mordida en el pastel de cumpleaños, las risas explosivas, el baile en conjunto, la música que sonaba en el estéreo, los gestos y muecas al jugar adivinanzas, la rodilla raspada en el partido de futbol que te tomó tu papá en el instante en que caíste..., tú levantando el trofeo y tu mamá echando porras por su hijo. Los tíos, abuelos, primos, amigos, todos retratados en papel y en la memoria, fijados en un álbum colorido de nuestras vivencias y recuerdos.
Ahora todo cabe en una memoria micro SD o en el USB o en la nube o en el mismo celular de pantalla táctil, al igual de táctil que solían ser las fotos y los recuerdos.
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In the past, before the 20th century, we treasured a peculiar object that reminded us of our memories: the photo, whether it was a birthday or a trip, the portrait of the grandmother or the girlfriend, our beloved pet, the Christmas dinner, graduation day. Those photos had a way to “freeze” our memories on a printed paper, thus creating endless photo albums with deep meaning in our memory and feelings.
Nowadays, with the immediacy and ease that any cell phone allows us, the “snapshots” multiply by hundreds or thousands. You only need to give a small click and that's it! We have the beautiful moment portrayed: me with nice architecture in the background, me with the artist of the moment, I and my trip to exotic lands, I and my hairstyle, I and my sophisticated restaurant dish…
It is interesting to observe how social behavior is replicated with cell phones, as well as the ability of users to take the most incredible photos at unthinkable angles, although, at a precise moment. The homo sapiens sapiens of the 21st century has acquired a new skill: making the selfie the moment lived. There is no need to try to remember the trip or the anecdote or the party and the dance, why?: we have the selfie, and that is more than plenty and good enough.
Goodbye to those afternoons between siblings and friends going through family albums, reminiscing that bite into the birthday cake, the explosive laughters, the dancing together, the music playing on the stereo, the gestures and grimaces when playing riddles, the scraped knee on the soccer game that your dad shot right after the moment you fell..., you lifting the trophy and your mom cheering for her son. Uncles, grandparents, cousins, friends, all portrayed on paper and in memory, treasured in a colorful album of our experiences and memories.
Now everything fits in a micro SD memory or USB, in the cloud or on the same touch screen cell phone, just as tactile as photos and memories used to be.
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